jueves, 7 de agosto de 2008

Dime quién muere y te diré si sale en televisión

El pasado martes mientras cenaba observé con cierta sospecha y desconfianza la forma en que era presentada una nota en el noticiero conducido por Adela Micha. La presentadora expresó su total indignación y desapruebo al asesinato de un joven de 14 años que fue secuestrado, y aunque fue pagado el rescate, el fin de semana había aparecido su cuerpo dentro de una cajuela en el sur de la ciudad. Lo más extraño era que la presentadora además manifestó el luto de toda la familia Televisa por semejante hecho, además de pedir, o mejor dicho, exigir un minuto de silencio a todo México por el fallecimiento del niño Fernando Martí. En ese mismo momento pensé “esto me huele a mierda”, y así fue.

Si la familia Televisa dice preocuparse seriamente por el acontecimiento, esto obedece a determinada razones, comenzando por el hecho de que el padre del joven asesinado es Alejandro Martí, socio proporcional de Grupo Televisa y amigo de Azcárraga. Por otra parte, éste ademas es dueño del consorcio Martí, tiendas y centros deportivos, así como socio de Alfredo Harp Calderoni y Alfredo Harp Helú (éste último sobrino de Carlos Slim) en Grupo Gigante, Multimedia y el equipo de béisbol de Los Diablos Rojos.

No es difícil imaginar que una persona como ésta sea objetivo claro de secuestradores, sin embargo, los medios se encargan de no hacerlo ver de esta forma. Y dicen que cualquiera puede ser víctima de estos atentados, lo cual es una total mentira. El 80% de la población pertenece a la clase baja resignada a un salario tercermundista que no sólo está impedida para tener un negocio como Sport City, sino a siquiera ser miembro o cliente.

Además, por qué tanta indignación, a diario muere gente por alguna negligencia médica, un asalto a mano armada, una riña entre bandas o ahogados en un antro de mala muerte por culpa de la policía, y nada se indigna, incluso deforman la información o simplemente la ocultan. Por qué he de sentir lástima por alguien que en un futuro hará dinero a través de la explotación humana y la desigualdad social. Por qué he de reconocer que su vida es más valiosa y se merece de un minuto de silencio a nivel nacional y la difusión de su fallecimiento en los medios masivos. No me duele y no me preocupa.

La muerte de Fernando Martí puede servir de lección a los empresarios que piensan que el dinero lo puede todo, que les duela y tengan miedo por su acumulación de bienes, que teman por su vida y la de su familia, tal como el obrero se preocupa de cómo llevar gasto a la casa, el desempleado de obtener trabajo, el estudiante de no ser asaltado a la salida de la escuela.

Mediatizar este tipo de hechos únicamente sirve como regulador para manifestar las divisiones clasistas, el poder del dinero y la trascendencia de la gente poderosa en los medio de comunicación masiva. Y por eso digo que a Fernando Martí no lo mataron los secuestradores, sino la opulencia de su misma familia.

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