miércoles, 11 de junio de 2008

La madeja

Convertí mis recuerdos en una pequeña madeja que fui pateando sobre el suelo sin sentido ni dirección, sólo arratrándola. Así pasó el tiempo, hasta que la madeja dejó de tener forma. La levanté, pero ésta se encontraba ya desgastada, sucia y sin figura alguna. La volvía a arrojar e intenté seguir pateándola, pero en lugar de eso la observé durante un largo rato. No entendía cómo algo tan desfigurado podía seguir llamando mi atención. Odié esa sensación y me odié a mí mismo; atraído por algo tan insignificante. Levanté el pie derecho y aplasté aquella madeja con todas mis fuerzas, lo hice tres veces consecutivas y después giré el talón de izquierda a derecha con toda la presión que mi ira podía alimentar. La madeja era ya sólo un ente asimétrico, imposible de reconocer. volví a dirigir la mirada hacia abajo al mismo tiempo que una lágrima se derramaba sobre mi rostro. El odio se había convertido en una profunda y serena tristeza; similar a cuando has perdido algo de tu vida que jamás recuperarás, quedándote con un montón de basura con la cual consolar tu rabía y tu dolor.

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